, Sherwood Anderson (1876–1941). Winesburg, Ohio. 1919. ,The Thinker – [El pensador]
Edición bilingüe, inglés-español, de Miguel Garci-Gomez , -- --
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The Thinker
El pensador
THE HOUSE in which Seth Richmond of Winesburg lived with his mother had been at one time the show place of the town, but when young Seth lived there its glory had become somewhat dimmed. The huge brick house which Banker White had built on Buckeye Street had overshadowed it. The Richmond place was in a little valley far out at the end of Main Street. Farmers coming into town by a dusty road from the south passed by a grove of walnut trees, skirted the Fair Ground with its high board fence covered with advertisements, and trotted their horses down through the valley past the Richmond place into town. As much of the country north and south of Winesburg was devoted to fruit and berry raising, Seth saw wagon-loads of berry pickers—boys, girls, and women—going to the fields in the morning and returning covered with dust in the evening. The chattering crowd, with their rude jokes cried out from wagon to wagon, sometimes irritated him sharply. He regretted that he also could not laugh boisterously, shout meaningless jokes and make of himself a figure in the endless stream of moving, giggling activity that went up and down the road.
LA casa en la que Seth Richmond, de Winesburg, vivía con su madre había sido en su tiempo el orgullo del pueblo, pero su gloria se había oscurecido bastante cuando el joven Seth vivió en ella. La enorme casa de ladrillo que el banquero White se había construido en Buckeye Street la había superado. La residencia de los Richmond estaba en un vallecito mucho más allá de la calle Mayor. Los granjeros que llegaban al pueblo por un camino polvoriento desde el sur pasaban junto a un bosquecillo de castaños, bordeaban los terrenos de la feria rodeados de altas vallas cubiertas de anuncios, y trotaban con sus caballos por el valle donde estaba la residencia Richmond, camino del pueblo. Como la mayoría de los campos al norte y al sur de Winesburg estaban dedicados al cultivo de la fresa y los frutales, por las mañanas Seth veía pasar las carretas cargadas de recolectores—chicos, chicas y mujeres—y luego las veía regresar cubiertas de polvo por las tardes. Aquellos grupos parlanchines, y las bromas groseras que se gritaban de una carreta a otra, le irritaban a veces profundamente. Lamentaba no poder reírse también él, gritar bromas absurdas y participar de la interminable corriente de risueña actividad que iba arriba y abajo por el camino.
The Richmond house was built of limestone, and, although it was said in the village to have become run down, had in reality grown more beautiful with every passing year. Already time had begun a little to color the stone, lending a golden richness to its surface and in the evening or on dark days touching the shaded places beneath the eaves with wavering patches of browns and blacks.
La casa de los Richmond era de piedra caliza, y aunque en el pueblo se decía que estaba en mal estado, lo cierto es que se había vuelto más bella con el paso de los años. El tiempo había empezado ya a colorear la piedra y a prestarle un tono dorado a su superficie y por las tardes, o en los días nublados, se apreciaban matices de negros y marrones en los lugares umbríos por debajo de los aleros.
The house had been built by Seth’s grandfather, a stone quarryman, and it, together with the stone quarries on Lake Erie eighteen miles to the north, had been left to his son, Clarence Richmond, Seth’s father. Clarence Richmond, a quiet passionate man extraordinarily admired by his neighbors, had been killed in a street fight with the editor of a newspaper in Toledo, Ohio. The fight concerned the publication of Clarence Richmond’s name coupled with that of a woman school teacher, and as the dead man had begun the row by firing upon the editor, the effort to punish the slayer was unsuccessful. After the quarryman’s death it was found that much of the money left to him had been squandered in speculation and in insecure investments made through the influence of friends.
La había construido el abuelo de Seth, un cantero que se la había dejado en herencia, junto con las canteras de piedra del lago Erie, a unos veinticinco kilómetros al norte, a su hijo Clarence Richmond, el padre de Seth. Clarence Richmond, un hombre silencioso y apasionado, muy admirado por sus vecinos, había muerto en una reyerta con el director de un periódico en Toledo, Ohio. La disputa había sido a propósito de la publicación del nombre de Clarence Richmond asociado al de una maestra de escuela, y como el muerto había iniciado la pelea disparando contra el director, los esfuerzos para castigar a su asesino fueron inútiles. Tras la muerte del cantero, se descubrió que había malgastado la mayoría del dinero de la herencia al dedicarlo a la especulación e invertirlo en empresas poco seguras que le habían recomendado sus amigos.
Left with but a small income, Virginia Richmond had settled down to a retired life in the village and to the raising of her son. Although she had been deeply moved by the death of the husband and father, she did not at all believe the stories concerning him that ran about after his death. To her mind, the sensitive, boyish man whom all had instinctively loved, was but an unfortunate, a being too fine for everyday life. “You’ll be hearing all sorts of stories, but you are not to believe what you hear,” she said to her son. “He was a good man, full of tenderness for everyone, and should not have tried to be a man of affairs. No matter how much I were to plan and dream of your future, I could not imagine anything better for you than that you turn out as good a man as your father.”
Virginia Richmond se quedó con una renta muy pequeña y se instaló en el pueblo para llevar una vida apartada y criar a su retoño. Le entristeció mucho la muerte del marido y padre de su hijo, pero no dio crédito a los rumores que circularon a propósito de su muerte. Para ella, el hombre sensible e infantil a quien había amado instintivamente, no era más que un ser desdichado y demasiado bueno para este mundo. «Oirás toda clase de historias, pero no debes creerlas—le decía a su hijo—. Era un buen hombre, amable con todos y no debería haberse metido en negocios. Por mucho que yo pueda hacer planes y soñar sobre tu futuro, no se me ocurre nada mejor que el que llegues a ser un hombre tan bueno como tu padre».
Several years after the death of her husband, Virginia Richmond had become alarmed at the growing demands upon her income and had set herself to the task of increasing it. She had learned stenography and through the influence of her husband’s friends got the position of court stenographer at the county seat. There she went by train each morning during the sessions of the court, and when no court sat, spent her days working among the rosebushes in her garden. She was a tall, straight figure of a woman with a plain face and a great mass of brown hair.
Varios años después de la muerte de su marido, Virginia Richmond, alarmada ante unos gastos cada vez más cuantiosos, se esforzó en aumentar sus ingresos. Aprendió estenografía y, gracias a la influencia de los amigos de su marido, consiguió un empleo como estenógrafa en los juzgados de la capital. Iba allí en tren cada mañana cuando había juicios y, cuando no los había, pasaba el día cuidando sus rosales en el jardín. Era una mujer alta y erguida, de rostro franco y tenía una gran mata de pelo castaño.
In the relationship between Seth Richmond and his mother, there was a quality that even at eighteen had begun to color all of his traffic with men. An almost unhealthy respect for the youth kept the mother for the most part silent in his presence. When she did speak sharply to him he had only to look steadily into her eyes to see dawning there the puzzled look he had already noticed in the eyes of others when he looked at them.
En la relación entre Seth Richmond y su madre había una cualidad que, incluso a sus dieciocho años, había empezado a teñir su trato con los demás. Un respeto casi malsano por el joven la impulsaba a guardar silencio la mayor parte de las veces que estaba en su presencia. Cuando ella le hablaba con sequedad, Seth sólo tenía que mirarla fijamente a los ojos para ver allí la expresión confundida que ya había percibido en otros cuando los miraba.
The truth was that the son thought with remarkable clearness and the mother did not. She expected from all people certain conventional reactions to life. A boy was your son, you scolded him and he trembled and looked at the floor. When you had scolded enough he wept and all was forgiven. After the weeping and when he had gone to bed, you crept into his room and kissed him.
Lo cierto es que el hijo razonaba con notable claridad y la madre no. Ella esperaba de todo el mundo ciertas reacciones convencionales ante la vida. Una mujer tenía un hijo y, si le reñía, él se ponía a temblar y no despegaba la vista del suelo. Después de regañarle, se echaba a llorar y todo quedaba perdonado. Tras el berrinche, y cuando el crío se había acostado, una se colaba en su habitación y lo besaba.
Virginia Richmond could not understand why her son did not do these things. After the severest reprimand, he did not tremble and look at the floor but instead looked steadily at her, causing uneasy doubts to invade her mind. As for creeping into his room—after Seth had passed his fifteenth year, she would have been half afraid to do anything of the kind.
Virginia Richmond no podía entender por qué su hijo no hacía esas cosas. Después de una severa reprimenda, nunca temblaba y, en lugar de mirar al suelo, la miraba fijamente y hacía que la invadieran las dudas. En cuanto a lo de colarse en su habitación..., después de que Seth cumpliera los quince años, le habría dado miedo hacer algo parecido.
Once when he was a boy of sixteen, Seth in company with two other boys ran away from home. The three boys climbed into the open door of an empty freight car and rode some forty miles to a town where a fair was being held. One of the boys had a bottle filled with a combination of whiskey and blackberry wine, and the three sat with legs dangling out of the car door drinking from the bottle. Seth’s two companions sang and waved their hands to idlers about the stations of the towns through which the train passed. They planned raids upon the baskets of farmers who had come with their families to the fair. “We will five like kings and won’t have to spend a penny to see the fair and horse races,” they declared boastfully.
Una vez, cuando tenía dieciséis años, Seth se escapó de casa en compañía de otros dos chicos. Los tres muchachos subieron a un vagón de mercancías vacío y recorrieron sesenta kilómetros hasta llegar a un pueblo donde había una feria. Uno de los chicos tenía una botella llena de una mezcla de whisky y licor de arándanos y los tres se sentaron con las piernas asomando por la puerta del vagón y pasándose la botella. Los dos compañeros de Seth cantaban y saludaban con la mano a los ociosos en las estaciones por las que pasaba el tren. Planearon cómo echar mano a las cestas de los granjeros que fuesen con sus familias a la feria. «Viviremos como reyes y no tendremos que gastar ni un centavo para ver la feria y las carreras de caballos», afirmaban jactanciosos.
After the disappearance of Seth, Virginia Richmond walked up and down the floor of her home filled with vague alarms. Although on the next day she discovered, through an inquiry made by the town marshal, on what adventure the boys had gone, she could not quiet herself. All through the night she lay awake hearing the clock tick and telling herself that Seth, like his father, would come to a sudden and violent end. So determined was she that the boy should this time feel the weight of her wrath that, although she would not allow the marshal to interfere with his adventure, she got out a pencil and paper and wrote down a series of sharp, stinging reproofs she intended to pour out upon him. The reproofs she committed to memory, going about the garden and saying them aloud like an actor memorizing his part.
Al reparar en la desaparición de Seth, Virginia Richmond registró la casa de arriba abajo dominada por vagas aprensiones. Aunque, gracias a las averiguaciones del policía del pueblo, supo al día siguiente la aventura en que se habían embarcado los chicos, no logró tranquilizarse. Se pasó toda la noche despierta oyendo el tictac del reloj y diciéndose que Seth, como su padre, tendría un final violento y repentino. Tan decidida estaba a que el chico sintiera esta vez el peso de su cólera que, aunque no quiso que el policía interfiriese en su aventura, cogió lápiz y papel y escribió una serie de reproches secos e hirientes que pensaba dedicarle. Se aprendió los reproches de memoria, mientras daba vueltas por el jardín y los repitió en voz alta, igual que un actor memorizando su papel.
And when, at the end of the week, Seth returned, a little weary and with coal soot in his ears and about his eyes, she again found herself unable to reprove him. Walking into the house he hung his cap on a nail by the kitchen door and stood looking steadily at her. “I wanted to turn back within an hour after we had started,” he explained. “I didn’t know what to do. I knew you would be bothered, but I knew also that if I didn’t go on I would be ashamed of myself. I went through with the thing for my own good. It was uncomfortable, sleeping on wet straw, and two drunken Negroes came and slept with us. When I stole a lunch basket out of a farmer’s wagon I couldn’t help thinking of his children going all day without food. I was sick of the whole affair, but I was determined to stick it out until the other boys were ready to come back.”
Y cuando, a finales de esa semana, Seth volvió un poco cansado y con los ojos y los oídos llenos de carbonilla, nuevamente fue incapaz de regañarle. El chico entró en casa, colgó la gorra en el perchero que había junto a la puerta de la cocina y la miró a los ojos. —Me entraron ganas de volver una hora después de marcharnos—explicó—. No sabía qué hacer. Sabía que te preocuparías, pero también sabía que, si no me iba, me avergonzaría de mí mismo. Lo hice por mi propio bien. Fue incómodo, tuve que dormir sobre la paja húmeda y dos negros borrachos vinieron a dormir con nosotros. Cuando robé la cesta del almuerzo de la carreta de un granjero no podía dejar de pensar en que sus hijos no tendrían nada que comer en todo el día. Todo me asqueaba, pero resolví no volverme atrás hasta que los otros chicos decidieran regresar.
“I’m glad you did stick it out,” replied the mother, half resentfully, and kissing him upon the forehead pretended to busy herself with the work about the house.
—Me alegro de que lo hicieras—replicó la madre con cierto rencor y, después de besarlo en la frente, fingió estar muy ocupada con las tareas de la casa.
On a summer evening Seth Richmond went to the New Willard House to visit his friend, George Willard. It had rained during the afternoon, but as he walked through Main Street, the sky had partially cleared and a golden glow lit up the west. Going around a corner, he turned in at the door of the hotel and began to climb the stairway leading up to his friend’s room. In the hotel office the proprietor and two traveling men were engaged in a discussion of politics.
Una tarde de verano, Seth Richmond fue al New Willard House a visitar a su amigo George Willard. Había estado lloviendo toda la tarde, pero mientras subía por la calle Mayor el cielo se había despejado en parte y un resplandor dorado brillaba por el oeste. Después de doblar una esquina, llegó a la puerta del hotel y empezó a subir las escaleras que llevaban a la habitación de su amigo. En el salón del hotel, el propietario y dos viajantes de comercio discutían de política.
On the stairway Seth stopped and listened to the voices of the men below. They were excited and talked rapidly. Tom Willard was berating the traveling men. “I am a Democrat but your talk makes me sick,” he said. “You don’t understand McKinley. McKinley and Mark Hanna are friends. It is impossible perhaps for your mind to grasp that. If anyone tells you that a friendship can be deeper and bigger and more worth while than dollars and cents, or even more worth while than state politics, you snicker and laugh.”
Seth se detuvo en las escaleras y escuchó las voces de los hombres de abajo. Estaban exaltados y hablaban con fogosidad. Tom Willard estaba haciendo reproches a los viajantes: —Soy demócrata, pero sus palabras me asquean—afirmó—. No comprenden a McKinley. McKinley y Mark Hanna son amigos. Tal vez ustedes no puedan comprender eso. Si alguien les dice que la amistad puede ser mayor y más profunda y valiosa que los dólares y los centavos, o incluso que la política del estado, ustedes se mofan y se ríen.
The landlord was interrupted by one of the guests, a tall, grey-mustached man who worked for a wholesale grocery house. “Do you think that I’ve lived in Cleveland all these years without knowing Mark Hanna?” he demanded. “Your talk is piffle. Hanna is after money and nothing else. This McKinley is his tool. He has McKinley bluffed and don’t you forget it.”
Uno de los huéspedes, un hombre alto de bigote gris, que trabajaba para una empresa de venta de verduras al por mayor, interrumpió al dueño del hotel. —¿Acaso cree que he vivido en Cleveland todos estos años sin llegar a conocer a Mark Hanna?—preguntó—. Lo que usted dice es un disparate. A Hanna sólo le interesa el dinero. Ese McKinley no es más que un instrumento a su servicio. No olvide que tiene a McKinley bien agarrado.
The young man on the stairs did not linger to hear the rest of the discussion, but went on up the stairway and into the little dark hall. Something in the voices of the men talking in the hotel office started a chain of thoughts in his mind. He was lonely and had begun to think that loneliness was a part of his character, something that would always stay with him. Stepping into a side hall he stood by a window that looked into an alleyway. At the back of his shop stood Abner Groff, the town baker. His tiny bloodshot eyes looked up and down the alleyway. In his shop someone called the baker, who pretended not to hear. The baker had an empty milk bottle in his hand and an angry sullen look in his eyes.
El joven no se quedó a oír el resto de la discusión, sino que subió las escaleras hasta llegar a un descansillo oscuro. Algo en las voces de los hombres que hablaban en el salón del hotel inició una sucesión de ideas en su imaginación. Era un chico solitario y había empezado a pensar que la soledad formaba parte de su carácter, algo que llevaría siempre consigo. Avanzó por un pasillo lateral y se detuvo junto a una ventana que daba al callejón. Abner Groff, el panadero del pueblo, estaba en la parte de atrás de su tienda. Sus ojillos enrojecidos miraban a un lado y otro del callejón. Alguien le llamaba desde dentro, pero él hacía oídos sordos. El panadero tenía una botella de leche vacía en la mano y su mirada era hosca y enfadada.
In Winesburg, Seth Richmond was called the “deep one.” “He’s like his father,” men said as he went through the streets. “He’ll break out some of these days. You wait and see.”
En Winesburg a Seth Richmond lo llamaban «el pensativo». «Es igual que su padre—decían los hombres al verlo pasar—. Estallará el día menos pensado. Esperad y veréis».
The talk of the town and the respect with which men and boys instinctively greeted him, as all men greet silent people, had affected Seth Richmond’s outlook on life and on himself. He, like most boys, was deeper than boys are given credit for being, but he was not what the men of the town, and even his mother, thought him to be. No great underlying purpose lay back of his habitual silence, and he had no definite plan for his life. When the boys with whom he associated were noisy and quarrelsome, he stood quietly at one side. With calm eyes he watched the gesticulating lively figures of his companions. He wasn’t particularly interested in what was going on, and sometimes wondered if he would ever be particularly interested in anything. Now, as he stood in the half-darkness by the window watching the baker, he wished that he himself might become thoroughly stirred by something, even by the fits of sullen anger for which Baker Groff was noted. “It would be better for me if I could become excited and wrangle about politics like windy old Tom Willard,” he thought, as he left the window and went again along the hallway to the room occupied by his friend, George Willard.
Esas habladurías y el respeto con que lo saludaban instintivamente los hombres y los niños, igual que saluda siempre todo el mundo a las personas silenciosas, habían influido en el modo en que Seth Richmond consideraba la vida y a sí mismo. Como les ocurre a la mayoría de los chicos, era más reflexivo de lo que la gente suponía, pero no era lo que la gente del pueblo o incluso su madre pensaban. Detrás de su silencio no había ningún propósito oculto y no tenía ningún plan definido para su vida. Cuando los chicos con quienes iba se ponían bulliciosos y camorristas, él se apartaba a un lado sin decir nada y observaba con mirada tranquila las figuras gesticulantes y animadas de sus compañeros. No estaba particularmente interesado en lo que ocurría y a veces se preguntaba si alguna vez llegaría a interesarse por algo. Ahora, mientras esperaba en la oscuridad junto a la ventana y observaba al panadero, deseó que algo llegase a conmoverlo, aunque fuese un ataque de ira como aquellos por los que era conocido el panadero Groff. «Sería mejor para mí si pudiera exaltarme y discutir sobre política como el viejo Tom Willard», pensó mientras se apartaba de la ventana y seguía por el pasillo en dirección al cuarto de su amigo George Willard.
George Willard was older than Seth Richmond, but in the rather odd friendship between the two, it was he who was forever courting and the younger boy who was being courted. The paper on which George worked had one policy. It strove to mention by name in each issue, as many as possible of the inhabitants of the village. Like an excited dog, George Willard ran here and there, noting on his pad of paper who had gone on business to the county seat or had returned from a visit to a neighboring village. All day he wrote little facts upon the pad. “A. P. Wringlet had received a shipment of straw hats. Ed Byerbaum and Tom Marshall were in Cleveland Friday. Uncle Tom Sinnings is building a new barn on his place on the Valley Road.”
Éste era mayor que Seth Richmond, pero en la más bien extraña amistad que existía entre ellos, era él quien buscaba al joven, que se limitaba a dejarse querer. El periódico en que trabajaba George tenía una política. Se esforzaba por citar el nombre de tantos habitantes del pueblo como fuese posible. Como si fuera un sabueso, George Willard iba de aquí para allá anotando en su cuaderno quién había ido a la capital por negocios o había vuelto de una visita al pueblo vecino. Se pasaba el día anotando aquellos acontecimientos triviales en su cuaderno. «A. P. Wringlet ha recibido un envío de sombreros de paja. Ed Byerbaum y Tom Marshall estuvieron el viernes en Cleveland. El tío Tom Sinnings está construyendo un nuevo granero en sus tierras de Valley Road».
The idea that George Willard would some day become a writer had given him a place of distinction in Winesburg, and to Seth Richmond he talked continually of the matter, “It’s the easiest of all lives to live,” he declared, becoming excited and boastful. “Here and there you go and there is no one to boss you. Though you are in India or in the South Seas in a boat, you have but to write and there you are. Wait till I get my name up and then see what fun I shall have.”
La idea de que George Willard llegaría a ser escritor algún día le había proporcionado cierta distinción en Winesburg y hablaba continuamente de eso con Seth Richmond. «Es la profesión más cómoda del mundo—afirmaba excitado y jactancioso—. Vas de aquí para allá y no tienes a nadie que te dé órdenes. Estés en la India o en los Mares del Sur, lo único que tienes que hacer es escribir y ya está. Espera a que me haga famoso y ya verás como me daré la gran vida».
In George Willard’s room, which had a window looking down into an alleyway and one that looked across railroad tracks to Biff Carter’s Lunch Room facing the railroad station, Seth Richmond sat in a chair and looked at the floor. George Willard, who had been sitting for an hour idly playing with a lead pencil, greeted him effusively. “I’ve been trying to write a love story,” he explained, laughing nervously. Lighting a pipe he began walking up and down the room. “I know what I’m going to do. I’m going to fall in love. I’ve been sitting here and thinking it over and I’m going to do it.”
La habitación de George Willard tenía una ventana que daba a un callejón y otra que daba a la vía del tren y a la casa de comidas de Biff Cárter, justo enfrente de la estación; Seth Richmond se sentó en una silla y se quedó mirando al suelo. George Willard, que llevaba una hora allí sentado jugueteando ocioso con un lápiz, lo saludó muy efusivo. —Estaba tratando de escribir una historia de amor —explicó con una risa nerviosa. Encendió una pipa y empezó a dar vueltas por la habitación—. Ya sé lo que voy a hacer. Me voy a enamorar. He estado pensándolo y es lo que voy a hacer
As though embarrassed by his declaration, George went to a window and turning his back to his friend leaned out. “I know who I’m going to fall in love with,” he said sharply. “It’s Helen White. She is the only girl in town with any ‘get-up’ to her.”
.—Como si le avergonzara aquella declaración, George se acercó a la ventana y, dándole la espalda a su amigo, se asomó—. Y también sé de quién me voy a enamorar—afirmó con aspereza—. De Helen White. Es la única del pueblo que tiene algún atractivo
Struck with a new idea, young Willard turned and walked toward his visitor. “Look here,” he said. “You know Helen White better than I do. I want you to tell her what I said. You just get to talking to her and say that I’m in love with her. See what she says to that. See how she takes it, and then you come and tell me.”
.—Animado por aquella idea, el joven Willard se volvió y se acercó a su visitante—. Escucha, tú la conoces mejor que yo. Quiero que le hables de lo que te he dicho. Ve a verla y dile que me he enamorado de ella. A ver qué te responde. Fíjate en cómo se lo toma y luego ven a decírmelo.
Seth Richmond arose and went toward the door. The words of his comrade irritated him unbearably. “Well, good-bye,” he said briefly.
Seth Richmond se puso en pie y fue en dirección a la puerta. Las palabras de su amigo lo habían irritado de un modo insoportable. —Bueno, adiós—dijo escuetamente.
George was amazed. Running forward he stood in the darkness trying to look into Seth’s face. “What’s the matter? What are you going to do? You stay here and let’s talk,” he urged.
George se quedó perplejo. Corrió hacia él y se detuvo en la penumbra, tratando de mirarle a la cara. —¿Qué pasa? ¿Qué vas a hacer? ¡Quédate a hablar conmigo!—le instó.
A wave of resentment directed against his friend, the men of the town who were, he thought, perpetually talking of nothing, and most of all, against his own habit of silence, made Seth half desperate. “Aw, speak to her yourself,” he burst forth and then, going quickly through the door, slammed it sharply in his friend’s face. “I’m going to find Helen White and talk to her, but not about him,” he muttered.
Una ola de resentimiento dirigida contra su amigo y los hombres del pueblo que, en su opinión, se pasaban el día hablando de naderías y, en su mayor parte, reprobaban sus costumbres silenciosas, llenó a Seth de desesperación. —Habla tú con ella, si quieres—le espetó y luego atravesó rápidamente el umbral y cerró de un portazo en las mismas narices de su amigo. «Iré a buscar a Helen y le hablaré, pero no de él», murmuró.
Seth went down the stairway and out at the front door of the hotel muttering with wrath. Crossing a little dusty street and climbing a low iron railing, he went to sit upon the grass in the station yard. George Willard he thought a profound fool, and he wished that he had said so more vigorously. Although his acquaintanceship with Helen White, the banker’s daughter, was outwardly but casual, she was often the subject of his thoughts and he felt that she was something private and personal to himself. “The busy fool with his love stories,” he muttered, staring back over his shoulder at George Willard’s room, “why does he never tire of his eternal talking.”
Seth bajó las escaleras y salió por la puerta del hotel refunfuñando de rabia. Cruzó una calle polvorienta, saltó una valla de hierro y fue a sentarse en el césped de la estación. George Willard le parecía un idiota y lamentaba no habérselo dicho con más claridad. Aunque su relación con Helen White, la hija del banquero, fuese aparentemente casual pensaba en ella con frecuencia y tenía la sensación de que le pertenecía como algo suyo. «Menudo imbécil, siempre ocupado con sus historias de amor —murmuró mirando por encima del hombro hacia la habitación de George Willard—, ¿es que no se cansa nunca de tanta cháchara?».
It was berry harvest time in Winesburg and upon the station platform men and boys loaded the boxes of red, fragrant berries into two express cars that stood upon the siding. A June moon was in the sky, although in the west a storm threatened, and no street lamps were lighted. In the dim light the figures of the men standing upon the express truck and pitching the boxes in at the doors of the cars were but dimly discernible. Upon the iron railing that protected the station lawn sat other men. Pipes were lighted. Village jokes went back and forth. Away in the distance a train whistled and the men loading the boxes into the cars worked with renewed activity.
Era la época de la recogida de la fresa en Winesburg y en el andén de la estación había hombres y muchachos cargando cajones de fresas rojas y fragantes en dos vagones que estaban en una vía de servicio. A pesar de que se acercaba una tormenta por el oeste, en el cielo brillaba la luna de junio y no habían encendido las farolas. Con aquella luz tan tenue, las figuras de los hombres que recogían los cajones desde la puerta de los vagones apenas resultaban discernibles. Había otros hombres sentados en la reja de hierro que protegía el césped de la estación. Habían encendido la pipa. Estaban intercambiando bromas pueblerinas. Un tren silbó en la distancia y los hombres que cargaban las cajas en los vagones se pusieron a trabajar con nuevos bríos.
Seth arose from his place on the grass and went silently past the men perched upon the railing and into Main Street. He had come to a resolution. “I’ll get out of here,” he told himself. “What good am I here? I’m going to some city and go to work. I’ll tell mother about it tomorrow.”
Seth se levantó de la hierba y pasó junto a los hombres de la verja en dirección a la calle Mayor. Había tomado una decisión. «Tengo que marcharme—se dijo a sí mismo—. ¿De qué sirvo aquí? Me iré a trabajar a alguna ciudad. Mañana se lo diré a mi madre».
Seth Richmond went slowly along Main Street, past Wacker’s Cigar Store and the Town Hall, and into Buckeye Street. He was depressed by the thought that he was not a part of the life in his own town, but the depression did not cut deeply as he did not think of himself as at fault. In the heavy shadows of a big tree before Doctor Welling’s house, he stopped and stood watching half-witted Turk Smollet, who was pushing a wheelbarrow in the road. The old man with his absurdly boyish mind had a dozen long boards on the wheelbarrow, and, as he hurried along the road, balanced the load with extreme nicety. “Easy there, Turk! Steady now, old boy!” the old man shouted to himself, and laughed so that the load of boards rocked dangerously.
Seth Richmond recorrió despacio la calle Mayor, pasó junto al estanco de Wacker y junto al Ayuntamiento hasta llegar a la calle Buckeye. Le deprimía la idea de no formar parte de la vida de su propio pueblo, pero la depresión no era demasiado profunda porque no creía que la culpa fuese suya. Se detuvo a la sombra de un árbol muy grande que había enfrente de la casa del doctor Welling y se quedó observando a Turk Smollet, un tipo retrasado, que pasó empujando una carretilla. El hombre, con su absurda mentalidad infantil, llevaba una docena de tablones en la carretilla y, mientras se apresuraba calle abajo, hacía equilibrios para que no se le cayese la carga. «¡Despacio, Turk! ¡Despacio, muchacho!», se gritaba a sí mismo, y se reía haciendo temblar los tablones peligrosamente.
Seth knew Turk Smollet, the half dangerous old wood chopper whose peculiarities added so much of color to the life of the village. He knew that when Turk got into Main Street he would become the center of a whirlwind of cries and comments, that in truth the old man was going far out of his way in order to pass through Main Street and exhibit his skill in wheeling the boards. “If George Willard were here, he’d have something to say,” thought Seth. “George belongs to this town. He’d shout at Turk and Turk would shout at him. They’d both be secretly pleased by what they had said. It’s different with me. I don’t belong. I’ll not make a fuss about it, but I’m going to get out of here.”
Seth conocía a Turk Smollet, el viejo leñador atrabiliario cuyas manías daban tanto color a la vida del pueblo. Sabía que cuando Turk llegase a la calle Mayor se convertiría en el centro de un torbellino de gritos y comentarios, así como que, en realidad, el viejo se estaba desviando para pasar por ahí a propósito y hacer exhibición de su habilidad en el manejo de la carretilla. «Si George Willard estuviera aquí, seguro que tendría algo que decir—pensó Seth—. George forma parte del pueblo. Le gritaría algo a Turk, y éste le respondería. Los dos se sentirían secretamente satisfechos de lo que hubieran dicho. Mi caso es diferente. Yo no estoy integrado. No me importa, pero pienso largarme de aquí».
Seth stumbled forward through the half-darkness, feeling himself an outcast in his own town. He began to pity himself, but a sense of the absurdity of his thoughts made him smile. In the end he decided that he was simply old beyond his years and not at all a subject for self-pity. “I’m made to go to work. I may be able to make a place for myself by steady working, and I might as well be at it,” he decided.
Seth siguió dando traspiés en la penumbra sintiéndose un marginado en su propio pueblo. Empezó a compadecerse a sí mismo, pero reparó en lo absurdo de sus ideas y sonrió. Al final, concluyó que simplemente era demasiado maduro para sus años y no podía ser objeto de lástima. «Estoy hecho para trabajar. Tal vez pueda encontrar mi lugar si trabajo de firme y más vale que empiece cuanto antes», decidió.
Seth went to the house of Banker White and stood in the darkness by the front door. On the door hung a heavy brass knocker, an innovation introduced into the village by Helen White’s mother, who had also organized a women’s club for the study of poetry. Seth raised the knocker and let it fall. Its heavy clatter sounded like a report from distant guns. “How awkward and foolish I am,” he thought. “If Mrs. White comes to the door, I won’t know what to say.”
Seth fue a casa del banquero White y se quedó en la penumbra junto a la puerta principal. En la puerta había un pesado llamador de latón, una innovación introducida en el pueblo por la madre de Helen White, que también había organizado un club femenino para el estudio de la poesía. Seth levantó el llamador y lo soltó. El fuerte estrépito resonó como el eco lejano de un cañonazo. «Qué torpe y estúpido soy—pensó—. Como la señora White abra la puerta, no sabré qué decir».
It was Helen White who came to the door and found Seth standing at the edge of the porch. Blushing with pleasure, she stepped forward, closing the door softly. “I’m going to get out of town. I don’t know what I’ll do, but I’m going to get out of here and go to work. I think I’ll go to Columbus,” he said. “Perhaps I’ll get into the State University down there. Anyway, I’m going. I’ll tell mother tonight.” He hesitated and looked doubtfully about. “Perhaps you wouldn’t mind coming to walk with me?”
La que acudió a abrir y encontró a Seth plantado en el porche fue Helen White. Ruborizándose de alegría, se adelantó, salió y cerró la puerta sin hacer ruido. —Voy a irme del pueblo. No sé qué es lo que haré, pero me marcho a trabajar fuera. Creo que iré a Columbus —dijo—. Tal vez me matricule en la Universidad. Pero el caso es que me voy. Esta misma noche se lo diré a mi madre. —Dudó y miró dubitativo en torno suyo—. ¿Te apetece dar un paseo conmigo?
Seth and Helen walked through the streets beneath the trees. Heavy clouds had drifted across the face of the moon, and before them in the deep twilight went a man with a short ladder upon his shoulder. Hurrying forward, the man stopped at the street crossing and, putting the ladder against the wooden lamp-post, lighted the village lights so that their way was half lighted, half darkened, by the lamps and by the deepening shadows cast by the low-branched trees. In the tops of the trees the wind began to play, disturbing the sleeping birds so that they flew about calling plaintively. In the lighted space before one of the lamps, two bats wheeled and circled, pursuing the gathering swarm of night flies.
Seth y Helen pasearon por las calles bajo los árboles. Unas nubes oscuras habían tapado la luna, y por delante de ellos, en la oscuridad, iba un hombre con una escalera al hombro. El hombre se detenía presuroso en cada cruce, apoyaba la escalera contra la farola de madera y encendía las luces del pueblo, de modo que su camino estaba medio iluminado y medio oscurecido por las farolas y por las sombras que arrojaban los árboles de ramas bajas. El viento empezaba a juguetear entre las copas y molestaba a los pájaros adormilados, que echaban a revolotear piando quejosos. En el espacio iluminado por una de las farolas, dos murciélagos daban vueltas y vueltas en persecución de un enjambre de mosquitos.
Since Seth had been a boy in knee trousers there had been a half expressed intimacy between him and the maiden who now for the first time walked beside him. For a time she had been beset with a madness for writing notes which she addressed to Seth. He had found them concealed in his books at school and one had been given him by a child met in the street, while several had been delivered through the village post office.
Desde que Seth vestía pantalón corto había habido cierta intimidad, sólo expresada a medias, entre él y la chica que ahora paseaba por primera vez a su lado. La joven había tenido un tiempo la manía de escribir notas dirigidas a Seth. Este se las encontraba ocultas en sus libros en la escuela, aunque una se la había dado un chico al que se encontró por la calle y otras se las había entregado el cartero local.
The notes had been written in a round, boyish hand and had reflected a mind inflamed by novel reading. Seth had not answered them, although he had been moved and flattered by some of the sentences scrawled in pencil upon the stationery of the banker’s wife. Putting them into the pocket of his coat, he went through the street or stood by the fence in the school yard with something burning at his side. He thought it fine that he should be thus selected as the favorite of the richest and most attractive girl in town.
Las notas estaban escritas con letra clara e infantil y reflejaban una imaginación exaltada por la lectura de novelas. Seth no había contestado a ninguna, aunque le habían conmovido y halagado algunas de las frases garrapateadas a lápiz en el papel de carta de la mujer del banquero. Las guardaba en el bolsillo de su abrigo y paseaba por las calles o se quedaba junto a la cerca del patio del colegio con algo que le quemaba en un costado. Le gustaba ser el favorito de la chica más rica y atractiva del pueblo.
Helen and Seth stopped by a fence near where a low dark building faced the street. The building had once been a factory for the making of barrel staves but was now vacant. Across the street upon the porch of a house a man and woman talked of their childhood, their voices coming dearly across to the half-embarrassed youth and maiden. There was the sound of scraping chairs and the man and woman came down the gravel path to a wooden gate. Standing outside the gate, the man leaned over and kissed the woman. “For old times’ sake,” he said and, turning, walked rapidly away along the sidewalk.
Helen y Seth se detuvieron junto a una valla cerca de un edificio bajo y oscuro cuya fachada daba a la calle. Dicho edificio había sido antiguamente una fábrica de duelas de barril, pero ahora estaba desocupado. Al otro lado de la calle, en el porche de una casa, un hombre y una mujer hablaban de su infancia y sus voces llegaban con claridad hasta los dos jóvenes que las escuchaban un tanto cohibidos. Se oyó el chirrido de unas sillas contra el suelo y el hombre y la mujer bajaron por un sendero de grava hasta llegar a una puertecilla de madera. Desde el otro lado de la puerta, el hombre se inclinó y besó a la mujer. «Por los viejos tiempos», dijo, y luego se volvió y se marchó a toda prisa por la acera.
“That’s Belle Turner,” whispered Helen, and put her hand boldly into Seth’s hand. “I didn’t know she had a fellow. I thought she was too old for that.” Seth laughed uneasily. The hand of the girl was warm and a strange, dizzy feeling crept over him. Into his mind came a desire to tell her something he had been determined not to tell. “George Willard’s in love with you,” he said, and in spite of his agitation his voice was low and quiet. “He’s writing a story, and he wants to be in love. He wants to know how it feels. He wanted me to tell you and see what you said.”
—Esa es Belle Turner—susurró Helen, y deslizó valientemente su mano en la de Seth—. No sabía que tuviese novio. Pensaba que era demasiado vieja para esas cosas. Seth se rió incómodo. La mano de la chica estaba tibia y lo dominó una extraña sensación de mareo. Sintió el deseo de comunicarle algo que había decidido no decir. —George Willard está enamorado de ti—dijo, y, a pesar de su nerviosismo, su voz sonó grave y tranquila—. Está escribiendo un cuento y quiere estar enamorado. Quiere saber lo que se siente. Me pidió que te lo dijera para ver qué respondías.
Again Helen and Seth walked in silence. They came to the garden surrounding the old Richmond place and going through a gap in the hedge sat on a wooden bench beneath a bush.
Nuevamente, Helen y Seth anduvieron en silencio. Llegaron al jardín que rodeaba la vieja casa de los Richmond y, tras pasar por un hueco en el seto, se sentaron en un banco de madera al pie de un arbusto.
On the street as he walked beside the girl new and daring thoughts had come into Seth Richmond’s mind. He began to regret his decision to get out of town. “It would be something new and altogether delightful to remain and walk often through the streets with Helen White,” he thought. In imagination he saw himself putting his arm about her waist and feeling her arms clasped tightly about his neck. One of those odd combinations of events and places made him connect the idea of love-making with this girl and a spot he had visited some days before. He had gone on an errand to the house of a farmer who lived on a hillside beyond the Fair Ground and had returned by a path through a field. At the foot of the hill below the farmer’s house Seth had stopped beneath a sycamore tree and looked about him. A soft humming noise had greeted his ears. For a moment he had thought the tree must be the home of a swarm of bees.
En la calle, mientras paseaba con la chica, a Seth se le habían ocurrido varias ideas nuevas y atrevidas. Empezó a arrepentirse de haber tomado la decisión de marcharse del pueblo. «Sería distinto y muy agradable si me quedara y pudiera pasear a menudo por las calles con Helen White», pensó. En su imaginación se vio a sí mismo pasándole la mano por la cintura y sintió sus brazos cerrándose en torno a su cuello. Una de esas asociaciones de ideas absurdas le hizo relacionar la idea de cortejar a aquella chica con un lugar que había visitado varios días antes. Había ido a hacer un recado a casa de un granjero que vivía en una colina más allá de los terrenos de la feria y había vuelto por un sendero que pasaba por un campo. Seth se había detenido bajo un sicomoro en la falda de la colina al pie de la casa del granjero y había mirado a su alrededor. Un sonido suave y zumbón le había acariciado los oídos. Por un momento había pensado que el árbol debía de albergar un enjambre de abejas.
And then, looking down, Seth had seen the bees everywhere all about him in the long grass. He stood in a mass of weeds that grew waist-high in the field that ran away from the hillside. The weeds were abloom with tiny purple blossoms and gave forth an overpowering fragrance. Upon the weeds the bees were gathered in armies, singing as they worked.
Y luego, al mirar al suelo, Seth había visto las abejas por doquier entre la hierba. Estaba en un herbazal que crecía hasta la altura de su cintura en un campo que se alejaba de la colina. Las hierbas estaban llenas de florecillas purpúreas y exhalaban una fragancia irresistible. Las abejas habían acudido formando huestes y cantaban mientras trabajaban.
Seth imagined himself lying on a summer evening, buried deep among the weeds beneath the tree. Beside him, in the scene built in his fancy, lay Helen White, her hand lying in his hand. A peculiar reluctance kept him from kissing her lips, but he felt he might have done that if he wished. Instead, he lay perfectly still, looking at her and listening to the army of bees that sang the sustained masterful song of labor above his head.
Seth se imaginó a sí mismo tumbado una tarde de verano, oculto entre las hierbas debajo del árbol. A su lado, en la escena creada por su fantasía, estaba Helen White que lo tenía cogido de la mano. Una peculiar reticencia le impedía besarla en los labios, pero sintió que podría haberlo hecho de haber querido. En lugar de eso se quedó muy quieto, contemplándola y escuchando el ejército de abejas que seguía cantando su canción por encima de su cabeza.
On the bench in the garden Seth stirred uneasily. Releasing the hand of the girl, he thrust his hands into his trouser pockets. A desire to impress the mind of his companion with the importance of the resolution he had made came over him and he nodded his head toward the house. “Mother’ll make a fuss, I suppose,” he whispered. “She hasn’t thought at all about what I’m going to do in life. She thinks I’m going to stay on here forever just being a boy.”
En el banco del jardín, Seth se agitó incómodo. Soltó la mano de la chica y metió las suyas en los bolsillos del pantalón. Había sentido el deseo de impresionar a su compañera con la importancia de la resolución que había tomado e hizo un gesto con la cabeza en dirección a la casa. —Imagino que mi madre se llevará un buen disgusto —susurró—. No se le ha ocurrido pensar ni por un momento en lo que voy a hacer en la vida. Cree que me quedaré aquí para siempre y seguiré siendo un niño.
Seth’s voice became charged with boyish earnestness. “You see, I’ve got to strike out. I’ve got to get to work. It’s what I’m good for.”
—La voz de Seth estaba cargada de seriedad infantil—. Mira, tengo que ponerme manos a la obra cuanto antes. Tengo que trabajar. Es lo único que se me da bien.
Helen White was impressed. She nodded her head and a feeling of admiration swept over her. “This is as it should be,” she thought. “This boy is not a boy at all, but a strong, purposeful man.” Certain vague desires that had been invading her body were swept away and she sat up very straight on the bench. The thunder continued to rumble and flashes of heat lightning lit up the eastern sky. The garden that had been so mysterious and vast, a place that with Seth beside her might have become the background for strange and wonderful adventures, now seemed no more than an ordinary Winesburg back yard, quite definite and limited in its outlines.
Helen White estaba impresionada. Asintió con la cabeza y la dominó una sensación de admiración. «Así debe ser—pensó—. Este chico no es un chico, sino un hombre fuerte y decidido». Apartó a un lado ciertos vagos deseos que habían invadido su cuerpo y se sentó en el banco muy erguida. Seguía oyéndose el retumbar de los truenos y los relámpagos iluminaban el cielo por el este. Aquel jardín, que antes le había parecido tan vasto y misterioso y un lugar en el que podía haber vivido extrañas y maravillosas aventuras en compañía de Seth, ahora le parecía idéntico a cualquier otro patio trasero de Winesburg, de contornos claros y bien definidos.
“What will you do up there?” she whispered.
—¿Qué es lo que harás allí?—susurró.
Seth turned half around on the bench, striving to see her face in the darkness. He thought her infinitely more sensible and straightforward than George Willard, and was glad he had come away from his friend. A feeling of impatience with the town that had been in his mind returned, and he tried to tell her of it. “Everyone talks and talks,” he began. “I’m sick of it. I’ll do something, get into some kind of work where talk don’t count. Maybe I’ll just be a mechanic in a shop. I don’t know. I guess I don’t care much. I just want to work and keep quiet. That’s all I’ve got in my mind.”
Seth se revolvió en el banco, esforzándose por contemplar su rostro en la oscuridad. Le parecía infinitamente más sensible y sincera que George Willard, y se alegraba de haberse alejado de su amigo. Volvió a acometerlo la sensación de impaciencia que le producía el pueblo y trató de explicársela a ella. —Aquí todo el mundo se pasa el día hablando—empezó—. Estoy harto. Haré alguna cosa, buscaré un trabajo donde hablar no sea necesario. Tal vez de mecánico en un taller. No sé. Supongo que no me importa demasiado. Sólo quiero trabajar y estar tranquilo. Es lo único que he decidido—.
Seth arose from the bench and put out his hand. He did not want to bring the meeting to an end but could not think of anything more to say. “It’s the last time we’ll see each other,” he whispered.
A wave of sentiment swept over Helen. Putting her hand upon Seth’s shoulder, she started to draw his face down toward her own upturned face. The act was one of pure affection and cutting regret that some vague adventure that had been present in the spirit of the night would now never be realized. “I think I’d better be going along,” she said, letting her hand fall heavily to her side. A thought came to her. “Don’t you go with me; I want to be alone,” she said. “You go and talk with your mother. You’d better do that now.”
Helen, arrastrada por un sentimiento de ternura, puso la mano en el hombro de Seth y acercó el rostro del chico hacia el suyo. Fue un acto de puro afecto y de lástima por cierta vaga aventura que había estado presente en el espíritu de la noche y que ahora ya nunca sucedería. —Será mejor que me vaya—respondió y su mano cayó pesadamente sobre su costado. Se le ocurrió una idea—. No hace falta que me acompañes, prefiero estar sola. Tú ve a hablar con tu madre. Es mejor que lo hagas cuanto antes.
Seth hesitated and, as he stood waiting, the girl turned and ran away through the hedge. A desire to run after her came to him, but he only stood staring, perplexed and puzzled by her action as he had been perplexed and puzzled by all of the life of the town out of which she had come. Walking slowly toward the house, he stopped in the shadow of a large tree and looked at his mother sitting by a lighted window busily sewing. The feeling of loneliness that had visited him earlier in the evening returned and colored his thoughts of the adventure through which he had just passed. “Huh!” he exclaimed, turning and staring in the direction taken by Helen White. “That’s how things’ll turn out. She’ll be like the rest. I suppose she’ll begin now to look at me in a funny way.” He looked at the ground and pondered this thought. “She’ll be embarrassed and feel strange when I’m around,” he whispered to himself. “That’s how it’ll be. That’s how everything’ll turn out. When it comes to loving someone, it won’t never be me. It’ll be someone else—some fool—someone who talks a lot—someone like that George Willard.”
Seth dudó y, mientras lo hacía, la chica se dio la vuelta y salió corriendo por el agujero del seto. El sintió el deseo de seguirla, pero se quedó allí mirando perplejo y confundido por aquella acción, tan perplejo y confundido como lo había dejado siempre la vida del pueblo donde ella había nacido. Anduvo despacio hacia la casa, se detuvo a la sombra de un árbol muy grande y miró a su madre que bordaba junto a la ventana iluminada. La sensación de soledad que había tenido a primeras horas de la tarde regresó y tiñó con sus matices el recuerdo de la aventura que acababa de vivir. «¡Bah!—exclamó, volviéndose y mirando hacia donde se había ido Helen—. Así acabará todo. Ella será como los demás. Supongo que ahora empezará a mirarme como si fuese un bicho raro.—Miró al suelo y reflexionó—. Se avergonzará y se sentirá incómoda cada vez que me vea—susurró para sí—. Así será. Así acabará todo. Y, si alguna vez se enamora de alguien, no será de mí. Será de algún otro..., de algún idiota..., alguien que hable sin parar..., alguien como ese George Willard».